Vitrinas

 
        "Menta y limón" 81 x 100 cm
Están desapareciendo aquellos bares y cafeterías que estaban repletos de acero inoxidable y cristal. Eran espacios que querían dar al visitante una impresión de limpieza y funcionalidad donde rebosaban los reflejos metálicos de su mobiliario, bañado con esa luz violáceo-verdosa de los fluorescentes más enérgicos.


   No se prestaban al ensimismamiento ni a la contemplación, por el contrario, favorecían una consumición rápida y de pie; y aunque eran más apropiados para marisquerías o cervecerías, abarcaban a la mayoría de los establecimientos del gremio.
En sus vitrinas lucían los productos más selectos que "la casa" podía ofrecer, resguardados por unos gruesos cristales que dejaban reverberaciones verde esmeralda en las aristas, gracias a esa luz que va entre el amarillo y el violeta, dándose paso uno a otro como si de una carrera de relevos se tratase -nunca supe si realmente la luz era violeta y sus sombras amarillentas, o al contrario; probé de las dos maneras y ambas funcionaban-.


   No eran espacios historicistas como la mayoría de los bares madrileños actuales -no querían rememorar tiempos pasados; muy al contrario, alardeaban de modernidad y eficacia-, que contrasta con los nuevos bares, sumidos en un afán por situarnos en espacios de otro tiempo que desaparecieron por culpa de la especulación y la moda. Eran hijos de una modernidad "a la americana" que nunca se pareció a su origen: las cabezas de gambas dispersas por el suelo, los grifos de los que manaba cerveza y el olor de oreja que perfumaba el ambiente, les dotaban de un sello típico español.